El fuego que alimentó a los escritores residentes de Nueva York todavía arde en la escena literaria actual de las redes sociales.

Una tarde de&nbsp;1954, Joan Didion, una veintea&ntilde;era de ojos ansiosos de la costa oeste (espec&iacute;ficamente de Sacramento), salt&oacute; del DC-7 e inhal&oacute; su primer aliento de Nueva York. El aire mostraba los primeros&nbsp;brotes de la primavera, calles cubiertas de so&ntilde;olientos rayos de sol.&nbsp;Alto, bullicioso, hermoso,&nbsp;este fue el primer encuentro de Didion con la gran manzana, un saludo t&iacute;mido que m&aacute;s tarde se convertir&iacute;a en una gran relaci&oacute;n.

Como muchos escritores,&nbsp;Didion parti&oacute; hacia Nueva York en busca de inspiraci&oacute;n y satisfacci&oacute;n. De hecho, cada gran autor estadounidense de&nbsp;la historia reciente, si no es un nativo de Nueva York, ha vivido en la ciudad&nbsp;al menos durante un per&iacute;odo de tiempo. En su ensayo reflexivo &quot;Goodbye to All That&quot;, ella conf&iacute;a en que &quot;Nueva York no es una mera ciudad ... Es, en cambio, una idea infinitamente rom&aacute;ntica, el misterioso nexo de todo amor, dinero y poder&quot;. De hecho, es sobre esta premisa que muchos escritores, m&uacute;sicos y dise&ntilde;adores de gran talento acuden en masa a la ciudad del Imperio. Es por esta raz&oacute;n que, a su vez, la ciudad ha orquestado algunas de las mejores obras de arte callejero y&nbsp;grandes&nbsp;espect&aacute;culos de Broadway&nbsp;hasta la fecha.

Por supuesto, el factor que hace que la ciudad de Nueva York sea tan atractiva para los artistas es su gran alcance, tanto en geograf&iacute;a como en esp&iacute;ritu. Didion es famosa&nbsp;por su periodismo cr&iacute;tico, honesto e inteligente, gran parte del cual fue esculpido durante&nbsp;su tiempo trabajando en Vogue. Sin embargo, tambi&eacute;n hay que prestar&nbsp;atenci&oacute;n al espejo del punk la&nbsp;poeta Patti Smith que durante esa &eacute;poca&nbsp;experiment&oacute;&nbsp;un relato m&aacute;s oscuro y alimentado por toxinas de la misma iconograf&iacute;a. Nuevamente llegando a Nueva York,&nbsp;Smith pasa la mayor parte de su libro Just Kids, idealizando la pobreza y alimentando su inherente hambre por&nbsp;crear. Para Smith, la energ&iacute;a y la conexi&oacute;n forman la moneda de Nueva York, con poca atenci&oacute;n&nbsp;al materialismo moderno. Naturalmente, una gran parte de su trabajo reflexiona sobre el v&iacute;nculo que comparti&oacute; con el fot&oacute;grafo, Robert Mapplethorpe. Un creador disruptivo que recuerda c&oacute;mo &quot;el color lo entusiasm&oacute;, no el acto de llenar el espacio, sino elegir colores que nadie m&aacute;s seleccionar&iacute;a. En las verdes colinas vio rojo. Nieve p&uacute;rpura, piel verde, y sol plateado&quot;.

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Esto es lo que Nueva York ha alentado. La ciudad promueve la diversidad y la distinci&oacute;n, dando paso a la colorida expresi&oacute;n de s&iacute; misma&nbsp;en todo el espectro de edad, g&eacute;nero, raza y ocupaci&oacute;n. Lo vemos en la franqueza de Didion y en el impresionismo inspirado por Rimbaud de Patti Smith. Cada vez m&aacute;s, lo vemos en forma de poes&iacute;a en&nbsp;podcasts e&nbsp;Instagram; los gustos de Atticus y Rupi Kaur magnifican los tonos de los innovadores literarios de Nueva York, moldeando sus mensajes en textos peque&ntilde;os.

Las redes sociales no son, como muchos suponen, una fuerza impulsora de la innovaci&oacute;n art&iacute;stica. La emoci&oacute;n sombr&iacute;a y el sabor dulce han estado a la vanguardia de la escena literaria estadounidense durante el siglo pasado, cuando Didion y Smith ataron las fr&aacute;giles cuerdas del estilo, la m&uacute;sica y el modernismo. La configuraci&oacute;n digital, en cambio, provoca un incendio en la pr&oacute;xima generaci&oacute;n de creativos, da una plataforma&nbsp;a los t&iacute;midos para hablar y act&uacute;a como uno de los veh&iacute;culos literarios m&aacute;s poderosos hasta la fecha.&nbsp;

Joan Didion lo resume a la perfecci&oacute;n: &quot;Escribo completamente para descubrir lo que estoy pensando, lo que veo y lo que significa&quot;. Su mensaje es conmovedor, suave y encaja c&oacute;modamente en un soporte de 140 caracteres. Ver, pensar, comunicarse. Despu&eacute;s de todo,&nbsp;de eso se tratan las redes sociales &iquest;cierto?&nbsp;

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Desc&uacute;bre m&aacute;s de Joan Didion en su documental de Netflix.

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Por qué la escena literaria de Nueva York nunca va a morir

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