El encanto experimental de Bottega Veneta
Daniel Lee no solo ha tenido la tarea de llevar Bottega Veneta a un universo posterior a Tomas Maier, quien fue el director creativo que durante 17 años definió el estilo de la marca, sino que también ha tenido el gran privilegio de poder expresarse a través de sus creaciones sin tener que complacer necesariamente la dinámica actual de la moda.
Su visión es clara y coherente, formada por líneas simples, tonos clásicos como el negro y el beige, que se contrastan con trazos de azul, naranja y verde. Dicho así, parecería una colección casi básica y, de hecho, es todo lo contrario, porque Lee logra infundir en cada pieza dosis abundantes de encanto, un ingrediente muy raro de encontrar y esencial en la construcción de piezas imprescindibles.
El diseñador juega con la proporción, la estructura suave cortando a través de la tensión y la técnica con una nueva y limpia facilidad. El equilibrio del color es tranquilo, atrevido, rico y definido. La joyería interrumpe la silueta, tejiendo a través de superficies táctiles. El clasicismo contrasta el modernismo con las técnicas refinadas: nudo, tejido y punto. Los materiales se presentan en su forma más pura: madera, oro, laca, cuero y algodón.
Sin compromisos y sin estructura, los contrastes son esenciales. Collage, texturas y matices; cada uno siendo una extensión continua del otro. Bottega Veneta refleja el calor, el deseo, la alegría y la celebración con el equilibrio adecuado entre desafío y tradición.