En Tel Aviv, una fashion week inclusiva e inesperada
A pesar de un contexto geopolítico delicado, en Tel Aviv, el show debe continuar. La Kornit fashion week tuvo lugar a principios de este mes, y busca mostrar al mundo el poder de la moda para comunicar mensajes positivos de inclusividad y paz.
Tel Aviv es hogar de una de las escuelas de moda más importantes del mundo, Shenkar, alma mater de Alber Elbaz, y reflejo (o causa) de la creatividad floreciente en la escena de la moda de la ciudad. En el cuadro de la fashion week, los estudiantes graduándose de diseño de moda, presentaron una colección conjunta, donde el hilo conductor fue la creatividad de alto nivel. La experimentación en materiales y siluetas resultó en piezas que iban de lo minimalista a lo surreal. El dinamismo de la pasarela—la cual tomó la forma de un duelo de voguing más que un desfile—refleja la juventud y positivismo detrás de la dirección artística.
Otro alumnus destacado de Shenkar es el joven Alon Livné, quien ha tenido una brillante carrera. Después de sus estudios, trabajó para Roberto Cavalli y Alexander McQueen. En el 2009, ganó la versión israelí de Project Runway y lanzó su propia marca. Su estética, que mezcla looks románticos con elementos futuristas, orgánicos y les da un toque atrevido, capturaron la atención de Beyoncé, quien le ordenó algunas siluetas para su Mrs. Carter Wold Tour de 2013.
Desde entonces, ha vestido a celebridades (y a bastantes novias) con sus creaciones, la más reciente siendo Cardi B, en su último videoclip. Para esta temporada, Livné se inspiró del artista cubista Vadim Meller, cuyas pinturas se caracterizan por el gradiente de colores, las cuales podemos ver en las telas. Estas se combinan con escultura vestibles, moldeadas por las manos del diseñador.
LA SUSTENTABILIDAD, MÁS QUE UNA BUZZWORD
Es claro que para la industria local, la sustentabilidad toma un rol creciente y real en sus colecciones. Diseñadores como David Weksler trabajan sus colecciones a partir de prendas de segunda mano recuperadas y re-trabajadas (técnica llevada al mainstream por Marine Serre en París) en looks que parecían traídos de un futuro distópico pero que, para el diseñador, contaban una historia de nostalgia de su adolescencia en los años 2000.
Pero no solo son los diseñadores que se interesan y priorizan estos valores. La cultura viene “desde arriba”: El productor y organizador del evento, Motty Reif, afirma que para él, la sustentabilidad y la inclusividad eran elementos no-negociables en el evento. La primera, la propició a través del patrocinador principal de la fashion week, Kornit Digital, cuyo CEO afirma estar revolucionando la industria textil a través de innovadoras maquinas de impresión que pueden producir estampados de forma rentable a partir de una sola pieza. Esto puede prevenir la sobreproducción de tela y prendas, la cual es una de las principales formas en las que la industria del vestir afecta al medio ambiente.
UNA INCLUSIVIDAD DE REFRENCIA
Por otro lado, Reif afirma que “los parámetros de belleza clásicos de la industria no tienen cabida en el mundo actual”, para él, una mujer merece estar en la pasarela, así sea joven, madura, trans, de cualquier tipo de cuerpo y, queda de más decir, de cualquier origen étnico. Esto se reflejó sin duda en todas las pasarelas, las cuales contaron con una inclusividad sin precedentes.
Sin excepción, todos los diseñadores vistieron cuerpos de todos los tamaños y edades. El gesto fue memorable pues, aunque las tendencias globales de inclusividad ha hecho que muchas grandes marcas incluyan algunas modelos de tallas extra (o incluso, y más raro quizás, de tallas promedio) y de edades diversas en sus pasarelas, su presencia fue la regla en todos los desfiles de la Kornit Fashion Week.
SÍMBOLOS DE PAZ
Así como un atuendo es usado para comunicar quién somos, la moda es usada en el contexto en el que es presentada para transmitir un mensaje. En este caso, el mensaje fue de paz y unión. Por un lado, la invasión de Ucrania suscitó muestras de solidaridad: la diseñadora Tovale—quien por cierto fue premiada por sus 20 años de trayectoria—colocó banderas del país en los asientos de todos los asistentes e hizo de su banda sonora canciones ucranianas, que fueron cantadas y bailadas por las modelos.
En el showroom (curado por Roza Sinaysky) que tuvo lugar como parte de la fashion week, la iniciativa We Ukraine invita a comprar playeras concebidas por diseñadores gráficos en Ucrania y elaboradas en Israel. Sus ganancias benefician organizaciones que se encuentran directamente en el terreno. En el mismo showroom, la presencia de la marca SFM da fe del esfuerzo de transmitir el mensaje de unión; su diseñador, Shady Francis Majlaton, es de origen palestino.
Finalmente, y quizás más emotivo, Mona Al Mansouri de Abu Dhabi hizo historia al convertirse en la primera diseñadora del Golfo Pérsico en mostrar su colección en Israel. La doctora en ingeniería que se transformó en diseñadora de moda en los 90s, fue honrada en el evento de gala que inauguró la fashion week pues su presencia marca un hito en la historia de ambas regiones.
La moda siempre ha sido un reflejo de la época y, en Tel Aviv, el espejo muestra una sociedad vibrante, en plena expansión y evolución. Una sociedad que ve la creatividad y la tecnología como caminos hacia la sustentabilidad y la paz.