Tres alternativas de materiales textiles que muestran que el futuro consiste en asimilar y reciclar lo nuevo.

Uno de los conceptos m&aacute;s importantes en la teor&iacute;a de la evoluci&oacute;n es la adaptaci&oacute;n: la capacidad de cualquier ser vivo de cambiar procesos o comportamientos para vivir en un nuevo entorno. Hoy, cuando la crisis clim&aacute;tica es m&aacute;s real cada d&iacute;a, es necesario cuestionar los sistemas que hasta ahora hemos utilizado y adaptarnos a un nuevo estilo de vida. Para la moda, una de las industrias de gran impacto ambiental, evolucionar tendr&aacute; que ver con cambiarlo todo desde el inicio: la materia prima.&nbsp;

Hoy, nuestra canasta textil b&aacute;sica est&aacute; polarizada entre algod&oacute;n y poli&eacute;ster, sobre todo el segundo. Casi el 70% de la ropa que usamos hoy est&aacute; hecha a base de este pol&iacute;mero. Con frecuencia pensamos en estos dos materiales como antag&oacute;nicos, y los comparamos para decidir cu&aacute;l es el mejor o el m&aacute;s sostenible, una pelea en la cual ninguno tiene ventaja. Por un lado, el algod&oacute;n es un tejido muy respirable y de origen natural, pero el&nbsp;consumo de agua para su obtenci&oacute;n es alto y la erosi&oacute;n que&nbsp;genera en los suelos es irreversible; por el otro, el poli&eacute;ster es un tejido resistente y genera piezas de larga duraci&oacute;n, pero es un producto derivado del petr&oacute;leo y un textil que desprende miles de fibras pl&aacute;sticas al ser lavado. Es por eso que la discusi&oacute;n de la sustentabilidad en los textiles no deber&iacute;a ser sobre cu&aacute;l de estos dos nos genera menos culpa, sino adaptarnos a nuevas alternativas que no nos hagan decidir sacrificar ciertos recursos por conservar otros.

La mezclilla, uno de los textiles m&aacute;s utilizados es el mundo, es un material tradicionalmente hecho de algod&oacute;n y eso, en su momento, convirti&oacute; a los pantalones hechos de este material en una de las prendas m&aacute;s pr&aacute;cticas: lo suficientemente gruesos para proteger a la piel, y lo suficientemente porosos y de fibras naturales para dejar que esta respire. Considerando que la mezclilla tambi&eacute;n era te&ntilde;ida con tintes naturales como el &iacute;ndigo, este material pod&iacute;a ser totalmente compostable y de f&aacute;cil degradaci&oacute;n, pero la demanda de producci&oacute;n por volumen y la tendencia hacia estilos m&aacute;s ce&ntilde;idos al cuerpo y con terminados deslavados, redujeron la calidad del tejido, obligaron a mezclarla con elastano para a&ntilde;adir elasticidad, y orillaron a te&ntilde;irla con tintes sint&eacute;ticos que, para su procesamiento se requieren qu&iacute;micos como cianuro. Estos materiales hacen que la mezclilla que tenemos hoy no sea biodegradable.

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Con este problema en mente la dise&ntilde;adora brit&aacute;nica Stella McCartney (quien ha encabezado la innovaci&oacute;n textil en los &uacute;ltimos a&ntilde;os) cre&oacute; una alternativa junto a la empresa italiana Candiani. Este nuevo textil est&aacute; tejido con fibras de algod&oacute;n org&aacute;nico que rodean a otro hilo hecho de fibra el&aacute;stica de origen natural, por lo que el resultado son jeans el&aacute;sticos que pueden ser completamente biodegradables.&nbsp;

Otra soluci&oacute;n que se ha popularizado es el aprovechamiento de materiales de desperdicio de otras industrias, y ha generado alternativas al uso de pieles animales. Esta industria ha estado por a&ntilde;os en la mira de activistas animalistas, pero tambi&eacute;n en activistas en derechos humanos, por la toxicidad del proceso para curtir y te&ntilde;ir la piel. Si bien en apariencia es un problema &eacute;tico, el consumo desmesurado hace que esta sea una industria insostenible a largo plazo.&nbsp;

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La soluci&oacute;n que cre&oacute; la empresa italiana Vegea, es un material de textura suave pero con la rigidez para utilizarse en bolsos o zapatos, hecho a base del orujo de la uva, un subproducto de desperdicio en la industria vin&iacute;cola. De acuerdo con datos de Vegea, la producci&oacute;n de 10 litros de vino genera 2.5 kilos de desperdicio, y esta cantidad puede producir un metro cuadrado de cuero. Este material recibi&oacute; en 2019 un premio de la fundaci&oacute;n H&amp;M, cuyo objetivo es llevar a la empresa sueca a utilizar al 100% materiales sustentables en 2030, por lo que seguramente lo tiene en la mira para sus colecciones.&nbsp;

Otro desarrollo que ha sido muy premiado y que incluso recibi&oacute; la mentor&iacute;a de Stella McCartney son las lentejuelas de Elissa Brunato. Por a&ntilde;os, estas peque&ntilde;as piezas decorativas se han fabricado a base de petr&oacute;leo y se ti&ntilde;en con qu&iacute;micos t&oacute;xicos. Inevitablemente estas se desprenden f&aacute;cilmente de la ropa y, a&uacute;n sin af&aacute;n de tirarlas, terminan generando basura.

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Despu&eacute;s de una larga trayectoria haciendo bordados para colecciones ready-to-wear y alta costura, la dise&ntilde;adora Elissa Brunato desarroll&oacute; un nuevo tipo de lentejuelas a partir de la celulosa que produce la madera, una sustancia cristalina capaz de reflejar la luz formando un efecto similar al brillo y color de los escarabajos. Estas piezas bioridescentes guardan la misma proporci&oacute;n que las lentejuelas tradicionales y adem&aacute;s son totalmente compostables.

Si bien tomar&aacute; varios a&ntilde;os para que estos desarrollos lleguen a marcas medias y de consumo masivo, es necesario romper el c&iacute;rculo vicioso con el poli&eacute;ster y el algod&oacute;n, y comenzar a considerar otros materiales que puedan degradarse f&aacute;cilmente, que reutilicen desperdicios, que no conlleven procesos contaminantes, pero que sigan siendo pr&aacute;cticos para nuestro estilo de vida. La evoluci&oacute;n no comenzar&aacute; solo conversando sobre nuevas soluciones, sino adapt&aacute;ndonos a ellas.

Teoría de la evolución

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