Musas, amantes, esposas y artistas… El Siglo XX fue testigo del ascenso de grandes figuras masculinas del arte surrealista, sin embargo, ¿quiénes fueron las mujeres que inspiraron sus mejores obras?

El periodo entre guerras vio nacer la corriente art&iacute;stica surrealista liderada por el poeta franc&eacute;s Andr&eacute; Breton, quien fue seguido por figuras como Max Ernst, Man Ray, Pablo Picasso y, claro, Salvador Dal&iacute;. De car&aacute;cter on&iacute;rico, la obra de ese ecl&eacute;ctico grupo pretend&iacute;a enga&ntilde;ar al inconsciente, y plasmar representaciones hiperrealistas o simples abstracciones de sus sue&ntilde;os.

Mientras todo esto evolucionaba, el sexo femenino se vio reducido a un papel secundario como veh&iacute;culo de inspiraci&oacute;n y est&iacute;mulo para los grandes exponentes del arte, sin tomar en cuenta que, en realidad estas mujeres eran verdaderas artistas tambi&eacute;n. Muchas de ellas fueron encasilladas indudablemente por sus relaciones amorosas, y s&iacute;, el intercambio creativo entre parejas fue real,&nbsp;pero tambi&eacute;n su talento.&nbsp;

En L&#39;Officiel recordamos el trabajo art&iacute;stico de grandes mujeres cuya existencia trascendi&oacute; al lienzo de&nbsp;un estudio.

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Henriette Theodora Markovitch, su nombre de pila, fue conocida art&iacute;sticamente como Dora Maar. La artista francesa comenzar&iacute;a experimentando con la pintura y las artes decorativas, antes de entregarse por completo al mundo de la fotograf&iacute;a durante la d&eacute;cada de los treinta. La fot&oacute;grafa retratar&iacute;a ic&oacute;nicas im&aacute;genes de moda para importantes clientes como la dise&ntilde;adora <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/Schiaparelli-alta-costura-oto%C3%B1o-invierno-semana-moda-paris">Elsa Schiaparelli</a>, Madeleine Vionnet, Jeanne Lanvin, y <a href="https://www.lofficielmexico.com/moda/5-minutos-conocer-historia-biografia-coco-chanel">Gabrielle Chanel</a>. De igual forma, la francesa fue comisionada para hacer importantes campa&ntilde;as de publicidad, en donde su amor por la abstracci&oacute;n de los sue&ntilde;os se plasmar&iacute;an en aut&eacute;nticos universos m&aacute;gicos.&nbsp;

Maar conocer&iacute;a al artista espa&ntilde;ol Pablo Picasso gracias a Paul &Eacute;luard, en el emblem&aacute;tico caf&eacute; parisino Les Deaux Magots. La conexi&oacute;n fue instant&aacute;nea y su relaci&oacute;n, tormentosa. El trabajo de la francesa form&oacute; una parte clave en la obra pict&oacute;rica de Picasso,&nbsp;inmortaliz&aacute;ndola en obras como Femme en pleurs (1937). De igual forma, el espa&ntilde;ol se convertir&iacute;a en la inspiraci&oacute;n&nbsp;del trabajo de la fot&oacute;grafa frecuentemente, la cual capturar&iacute;a emblem&aacute;ticos momentos de la historia como el desarrollo de la obra Guernica de Picasso. El mismo artista espa&ntilde;ol lograr&iacute;a&nbsp;despertar en Maar el amor por las artes pl&aacute;sticas nuevamente, y ella a su vez, le mostrar&iacute;a&nbsp;c&oacute;mo combinar la pintura y la fotograf&iacute;a a trav&eacute;s del clich&eacute; verre. Despu&eacute;s de algunos a&ntilde;os, Picasso la abandonar&iacute;a por otra mujer, algo que causar&iacute;a un gran dolor en su vida. No obstante, Maar continuar&iacute;a explorando disciplinas art&iacute;sticas el resto de su vida, confirmando&nbsp;que su paso por el mundo fue m&aacute;s que solo una Femme en pleurs.&nbsp;

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Helena Ivanovna Diakonova fue el&nbsp;verdadero&nbsp;nombre de Gala Dal&iacute;,&nbsp;una mujer originaria de Rusia, la cual estuvo expuesta al intelectualismo desde temprana edad. Paul &Eacute;luard, el poeta franc&eacute;s, fue su primer esposo, y&nbsp;quien comenzar&iacute;a a llamarla Gala.&nbsp;Algunos a&ntilde;os despu&eacute;s conocer&iacute;a a un joven artista espa&ntilde;ol que cambiar&iacute;a su vida: Salvador Dal&iacute;. Despu&eacute;s de encontrarse en Espa&ntilde;a, el d&uacute;o de artistas se volvi&oacute; inseparable, culminando en el inminente divorcio entre &Eacute;luard y Gala, y su nuevo matrimonio con Salvador Dal&iacute; en 1934. La rusa estuvo detr&aacute;s de las negociaciones que llevaron a su esposo a convertirse en un &eacute;xito del movimiento surrealista, siendo una y otra vez la eterna musa de fotograf&iacute;as, obras pict&oacute;ricas y proyectos visuales. Dal&iacute;, llegar&iacute;a a firmar sus obras en alg&uacute;n momento con el nombre de los dos, dejando entrever que quiz&aacute;s, sin Gala no hab&iacute;a Dal&iacute;.&nbsp;

La rusa ten&iacute;a sus propias aspiraciones creativas, y supo navegar entre el papel de musa e individuo independiente toda su vida. Una mujer de matices y contrastes, sumamente inteligente, cuya presencia trascendi&oacute; el paso del tiempo.&nbsp;

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La fotoperiodista estadounidense fue una mujer multifac&eacute;tica que cruzaba las l&iacute;neas entre musa, modelo y artista constantemente. Despu&eacute;s de haber visto los retratos vanguardista del fot&oacute;grafo&nbsp;Man Ray, Miller decidir&iacute;a ir a buscarlo a Par&iacute;s y convertirse en su aprendiz. Al poco tiempo, se convertir&iacute;an en amantes y colegas, explorando t&eacute;cnicas modernistas de fotograf&iacute;a juntos, en donde un juego de contrapesos entre g&eacute;neros fue una constante. Durante el tiempo en que trabajaron en el estudio, Miller descubrir&iacute;a accidentalmente la t&eacute;cnica de solarizaci&oacute;n fotogr&aacute;fica, despu&eacute;s de haber dejado mucho tiempo un retrato expuesto al Sol. La imagen invertir&iacute;a los tonos y se generar&iacute;a una l&iacute;nea luminosa entre los tonos de contraste, creando una nueva forma de revelar. Durante a&ntilde;os, &eacute;st&aacute; t&eacute;cnica y muchos de los retratos en los que Miller fue co-autora se le atribuir&iacute;an solamente al fot&oacute;grafo&nbsp;Man Ray.&nbsp;

La estadounidense estuvo detr&aacute;s de im&aacute;genes del trabajo&nbsp;Elsa Schiaparelli y Gabrielle Chanel, adem&aacute;s de contribuir en publicaciones internacionales editoriales como modelo y fot&oacute;grafa. Despu&eacute;s del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Miller viaj&oacute; a los campos destruidos, acercando los horrores de la guerra a un p&uacute;blico que desconoc&iacute;a la magnitud de la destrucci&oacute;n. Despu&eacute;s de su muerte en 1977, su hijo Antony Penrose, descubri&oacute; m&aacute;s de 60,000 retratos de su trabajo escondidos en un &aacute;tico; revelando en su interior, la magnitud del legado de la inigualable fot&oacute;grafa surrealista.&nbsp;

Las mujeres olvidadas del surrealismo

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