En el corazón de la Colonia Roma, la artista reúne por primera vez toda su producción artística que gira en torno a la condición social de la mujer.

Ubicada en una vieja casona de la Roma, la muestra de la producci&oacute;n art&iacute;stica que ha desarrollado la mexicana Ximena Alarc&oacute;n (CDMX 1968) en el &uacute;ltimo lustro se plasma sobre las paredes. Egresada de la maestr&iacute;a en el Instituto Marangoni de Mil&aacute;n y dise&ntilde;adora de la marca de joyer&iacute;a XAC desde el 2002, Alarc&oacute;n divide su tiempo entre M&eacute;xico, Per&uacute; y Francia. Ha explorado a trav&eacute;s de distintos medios -el collage, la escultura, el video y la instalaci&oacute;n&nbsp;-la condici&oacute;n social de la mujer con una mirada reflexiva que desaf&iacute;a el autoritarismo patriarcal gubernamental religioso-, as&iacute; como la desigualdad y el racismo que aquejan no solo a pa&iacute;ses latinoamericanos, sino al mundo entero.

Me encuentro con ella al interior de la exposici&oacute;n y en su voz encuentro algo casi familiar. Pronto comprender&iacute;a que no era su voz, sino su pensamiento cr&iacute;tico lo que me resultaba conocido. La obra de Ximena Alarc&oacute;n materializ&oacute; aquello que llevaba pensando por a&ntilde;os y no hab&iacute;a tenido con quien compartir. En su discurso feminista me sent&iacute; incluida y, lo m&aacute;s importante, vista.

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Recorremos juntas cada sala. Comenzando con su serie m&aacute;s antigua: Las desahuciadas, del 2015. Seis piezas de mixed media que retoman la condici&oacute;n de la mujer como objeto. &laquo;Tiene varias lecturas: la pobreza, la riqueza, el racismo&raquo;, explica. El cuadro que concluye es la jaula de oro. &laquo;Independientemente del color de piel o la clase social, todas las mujeres estamos encerradas en un sistema de opresi&oacute;n. Es algo universal&raquo;, comenta.

Obra El jardín de los penes. Cortesía de la artista.

Al cruzar el pasillo, se encuentran sus esculturas m&aacute;s recientes: El jard&iacute;n de los penes. Jugando entre volumen y forma, vulvas de resina rosa, esferas de acero y penes de madera dialogan y se enfrentan mientras nos cuestionan nuestra propias pr&aacute;cticas de sexualidad, deseos y la dominaci&oacute;n masculina en la intimidad. &laquo;Es una serie que reflexiona sobre ese equilibrio muy fr&aacute;gil en la noci&oacute;n del consentimiento, lo que es una relaci&oacute;n sexual consensuada y una relaci&oacute;n sexual rec&iacute;proca, libre&raquo;, comenta, &laquo;que para m&iacute; esa es la palabra clave. Consentimiento me parece un t&eacute;rmino muy legal y que est&aacute; determinado por reglas que vete a tu a saber qui&eacute;n escribi&oacute;&raquo;. A trav&eacute;s de distintas composiciones, tambi&eacute;n se expresan escenas de abuso sexual y violaci&oacute;n colectiva. Realidades crudas que retan al espectador: &iquest;si cierras los ojos, o en este caso la esfera, y miras hacia otro lado el abuso desaparece? No.&nbsp;

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Su obra tambi&eacute;n toca otro tema delicado: el chisme. Aquel conjunto de palabras implacables, y en ocasiones, letal, que nos hace creer que sabemos m&aacute;s de la v&iacute;ctima que lo sufre que ella misma. &laquo;Yo fui v&iacute;ctima de un chisme cuando era muy chavita&raquo;, recuerda. &laquo;Utilizo las radiograf&iacute;as para hacer esta analog&iacute;a de lo que la gente cree saber de ti. Porque cree que est&aacute; viendo tu intimidad&raquo;. Las im&aacute;genes del cuerpo de la artista que los rayos X capturaron y ahora cuelgan de las paredes lo confirman: ni si quiera&nbsp;as&iacute; sabemos nada de ella. &laquo;Puse las cruces porque creo que la religi&oacute;n puede ser un sistema de opresi&oacute;n tremendo&raquo;, afirma. &laquo;La construcci&oacute;n social de lo que es una mujer en el occidente, del que de alguna manera nosotros tambi&eacute;n formamos parte: La Virgen Mar&iacute;a, Mar&iacute;a Magdalena. La imagen de lo que tiene que ser una mujer desde muy joven&hellip;&raquo;.&nbsp;

Termina el recorrido por el resto de las obras y la visita llega a su fin. Podr&iacute;a continuar con todo lo que hay por reflexionar de su trabajo, pero si pude confirmar algo de &eacute;l es que el arte hay que vivirlo en carne propia, y el de Ximena vale la pena descubrirlo.

Visita la muestra en M&eacute;rida #94, Colonia Roma Norte, Cuahut&eacute;moc, Ciudad de M&eacute;xico.&nbsp;

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Conoce la visión feminista de la artista mexicana Ximena Alarcón

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