Partes de una misma naturaleza, dos imaginarios que tienen la capacidad de cambiar de forma irreversible al mundo.

Margaret Atwood naci&oacute; en el a&ntilde;o en que inici&oacute; La Segunda Guerra Mundial, 1939, en Canad&aacute;. Y si bien sus recuerdos del periodio b&eacute;lico pueden ser brumosos (era entonces una ni&ntilde;a), el haber conocido personas que sufrieron de primera instancia el conflicto, as&iacute; como presenciar acontecimientos posteriores durante su adolescencia, pulieron su visi&oacute;n sobre una de las variables m&aacute;s preocupantes para la humanidad: el futuro.&nbsp;
De joven, fue lectora &aacute;vida (especialmente de novelas victorianas y distop&iacute;as de primera mitad del siglo XX). Las distop&iacute;as que devoraba eran <a href="https://www.lofficielmexico.com/arte-y-cultura/escritores-latinoamericanos">escritas por hombres</a> (Brave New World,&nbsp;1984 &hellip;), y desde entonces se preguntaba c&oacute;mo ser&iacute;a leer ese g&eacute;nero desde el <a href="https://www.lofficielmexico.com/pop-culture/escritoras-latinoamericanas-revolucionarias">lente de una mujer</a>. Probablemente, su amor por este subg&eacute;nero de la ciencia ficci&oacute;n naci&oacute; del impacto de haber le&iacute;do, a la edad de 9 a&ntilde;os, Animal Farm, de George Orwell, creyendo que se trataba de una inocente historia de animales para ni&ntilde;os.

Para sus creaciones, se inspira en algunos de los cap&iacute;tulos m&aacute;s oscuros de la historia. The Handmaid&rsquo;s Tale, publicada en 1985 e influenciada, entre otros hechos, por la dictadura argentina y el robo de beb&eacute;s ocurrido entre 1976 y 1983, es su obra m&aacute;s famosa. La esperada secuela The Testaments (2019) retoma la dictadura teocr&aacute;tica 15 a&ntilde;os despu&eacute;s del final de la historia original. La canadiense utiliza la imaginaci&oacute;n para concebir escenarios en que sus personajes sirven de peones del bien y el mal en un futuro aterrador. Para ella, utop&iacute;a y distop&iacute;a es un eterno ying yang. Todo lo bueno necesita su contraparte: la maldad. Ah&iacute; entra la naturaleza humana y su dualidad. Ella ha creado su propio t&eacute;rmino: Ustop&iacute;a (el prefijo Us es por &lsquo;nosotros&rsquo;). No puede existir uno sin el otro.&nbsp;
Margaret ha confesado en ocasiones anteriores que, si bien es imposible conocer el porvenir, el presente contiene las semillas que florecer&aacute;n en el futuro. Por eso hay que poner especial atenci&oacute;n en lo que sucede. De ah&iacute; pueden devenir nuestras m&aacute;s fuertes tragedias y cat&aacute;strofes.

Sin embargo, quiz&aacute; una de sus distop&iacute;as m&aacute;s alarmantes es la trilog&iacute;a postapocal&iacute;ptica Maddaddam, compuesta por las obras Oryx &amp; Clarke, The Year of the Flood y Maddaddam, que da nombre a la obra completa. En este universo, el consumismo, el capitalismo y la destrucci&oacute;n ecol&oacute;gica, sin l&iacute;mites &eacute;ticos ni morales, originan la aniquilaci&oacute;n de la humanidad. Los hombres juegan a ser Dios y crean especies nuevas modificadas gen&eacute;ticamente (nada menos alejado de la realidad, aunque quiz&aacute; representaba lo impensable en tiempos del Doctor Moreau) para seguir explotando la industria c&aacute;rnica y los productos animales. Es en ese momento cuando un virus mortal aparece (nuevamente, algo ya visto) y termina con el 99.9% de la poblaci&oacute;n mundial. En esta serie, Atwood juega con la idea de los &uacute;ltimos sobrevivientes, as&iacute; como con los caminos retorcidos u optimistas, dependiendo del temple de cada uno de ellos, que deber&aacute;n tomar para luchar contra su extinci&oacute;n definitiva.&nbsp;
Margaret ha llamado a su obra ficci&oacute;n especulativa, niega que sea ciencia ficci&oacute;n, pues esta &uacute;ltima tiene monstruos y naves espaciales, mientras que su ficci&oacute;n realmente podr&iacute;a pasar.

Lo fascinante de la literatura dist&oacute;pica de Atwood, ya sea un futuro modificado gen&eacute;ticamente o el control en la reproducci&oacute;n femenina, es que podr&iacute;a existir en el reino de la posibilidad, quiz&aacute; &uacute;nicamente basten un par de decisiones o pasos equivocados para materializar dicha realidad. Y de ser as&iacute;, la humanidad estar&iacute;a condenada.

Entre la utopía y la distopía: el futuro según Margaret Atwood

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